La gracia de Engracia.
Engracia es a todo dar, y sus redes sociales están llenas de publicaciones interesantísimas que hacen reflexionar a sus seguidoras sobre grupos de personas que suelen ser estigmatizadas. No se le va ni un “micromachismo” y encuentra todas las “violencias sutiles” en los titulares de las noticias y en la publicidad.
Además, cuando alguien hace un chiste burlándose de alguien porque no es heterosexual, porque no es de piel blanca, porque no pertenece a la academia, porque es mujer, porque su cuerpo no es como nos han dicho que deben ser los cuerpos, porque es “señora” o porque usa drogas, Engracia va y, tras un par de argumentos potentes, pregunta “¿Y cuál es la gracia?”.
Pero en fechas recientes ocurrió una desgracia: Engracia ha empezado a hacer chistes sobre vender contenido erótico y/o servicios sexuales, y lo peor es que no se ha dado cuenta de que está haciendo lo mismo que tanto critica.
La pandemia ha estado difícil económicamente para quienes no tienen una ganancia estable y las actividades se han tenido que adaptar y diversificar. Esto incluye al trabajo sexual. No sólo hay más personas ejerciéndolo, sino que en gran medida han tenido que migrar a la virtualidad y quienes ya la habitaban han tenido que volverse más visibles. Es por eso que Engracia se ha enterado de cosas que existen desde hace mucho, pero ella desconocía y en algún lugar de su mente le nace la gana de hacer chistes con eso, sin tomar en cuenta que es una situación cotidiana para otras y que no tiene ninguna gracia.
Por ejemplo:
Que vender contenido erótico es una opción como empezar a dar clases o vender tamales.
Mira, querida Engracia, cada quien tiene aptitudes, intereses y necesidades distintas. Algunas fracasaríamos vendiendo tamales porque no nos gusta o no somos buenas en la cocina. Ni hacer tamales ni dar clases es algo que cualquiera puede hacer sin esfuerzo, sin estar preparada, sin dominar ciertas técnicas. Vender contenido erótico, tampoco. Y en todo caso ¿cuál es la gracia?
Que para vender contenido erótico es necesario generar un público.
Engracia ¿crees que es fácil aventarse la logística para vender contenido? Si es verdad que lo vas a hacer, tu estrategia es muy mala. ¿Crees que van a llegar porque lo pides en tu Facebook con caritas de carcajada? Si no es verdad que lo vas a hacer ¿para qué pones eso? Y en todo caso ¿cuál es la gracia?
Que muchas veces hay que “salir del clóset” y no es cosa fácil.
Engracia ¿recuerdas cuando manifestaste que no es gracioso hacer bromas de cuando una persona trans sale del clóset? ¿Qué te dio por reírte de otros clósets? Y en todo caso ¿cuál es la gracia?
Que existen los fetiches y hay quienes viven de ellos.
Engracia, si en verdad estás interesada, debes saber que trabajar con fetiches es todavía más complejo. Hay muchas cosas que entender y aprender, tanto para crear el contenido como para saber cómo y dónde circularlo. Y dime, Engracia ¿por qué solo tus pies? “Para sólo ganar dinero y no exponer mi identidad jajaja [sic]”. Eso para mí tiene un dejo de putafobia, Engracia. Si bien mucha gente necesita ocultar su identidad dentro del trabajo sexual porque peligra su vida, o porque se arriesga a que le quiten a sus hijas, o por otras cosas que ni te imaginas, en tus palabras yo alcanzo a notar que, en caso de que entraras a esta forma de vida (lo cual, por cierto, dudo) te parecería algo vergonzoso.
¡Ah! ¿No era ésa tu intención? Lo mismo respondió tu primo cuando lo cuestionaste por hacer un chiste machirulo. “No era mi intención”. Te digo lo mismo que le dijiste a él: ¿Cuál es la gracia?
En fin, querida Engracia, que tampoco es que me quites el sueño. Afortunadamente por las noches llegamos muchas a los grupos de Whatsapp que hemos abierto para contarnos entre todas cómo nos sentimos cada vez que tú o tus amigxs ponen ese tipo de publicaciones, y nos alivianamos entre nosotras. Sólo entre nosotras. Porque fuera de nosotras, todavía les da mucha gracia.
Escrito por: Minerva Valenzuela (ladelcabaret)
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